Estoy convencido que la vocación de un sistema de control de tránsito debe enfocarse en «el servicio» que presta a todos los usuarios de la infraestructura vial, antes que en los elementos que lo conforman y en las relaciones entre dichos elementos, sin olvidar que la tendencia mundial hoy apunta al apoyo y preferencia por los medios no motorizados y la priorización del transporte público masivo.
Es indudable que en todas las ciudades del mundo el sistema de control de tráfico por excelencia es El Semáforo, que no es otra cosa que un dispositivo de señalización mediante el cual se regula la circulación de vehículos, bicicletas y/o peatones en intersecciones, asignando el derecho de paso o prelación de cada flujo de manera secuencial por medio de indicaciones de luces de color rojo, amarillo y verde, operadas por una unidad electrónica de control.
Estos elementos ejercen una profunda influencia sobre el flujo del tránsito, por lo que resulta de vital importancia que la selección y uso de tan importante artefacto de regulación sea precedido de un estudio exhaustivo del sitio y de las condiciones propias del tránsito.
Sin embargo un sistema de control semafórico es mucho más que ese elemento luminoso que todos vemos en la calle y que en algunas ciudades es completamente ignorado; ese es solo el más visible de los componentes de un complejo y delicado sistema que está conformado por semáforos, postes, cables (eléctrico, telefónico y/o fibra óptica), detectores, ductos o canalizaciones, computadores, soportes de energía autónomos, entre otros.
Componentes de un sistema de control semafórico
Todos estos componentes físicos pueden conformar (y digo pueden porque en muchas ciudades no existe esta configuración a pesar de tener intersecciones semaforizadas) los denominados sistemas centralizados de control de tránsito. Es de mencionar que estos sistemas centralizados (o semáforos inteligentes como los denominan comúnmente) dependen principalmente de la compatibilidad entre los componentes ya mencionados, la cual está definida básicamente por los protocolos de comunicaciones. En este tema las diferentes municipalidades quieren tener protocolos abiertos pero este es un concepto muy tergiversado; los protocolos de comunicaciones siguen dos tendencias principales la Norteamericana y la Europea y ninguno de los que conozco es abierto, solo son conocidos (desarrollados) por varios proveedores y a eso es a lo que llaman abierto.
Y menciono el tema de “semáforos inteligentes” porque parece estar de moda en muchas ciudades latinoamericanas la tendencia de modernizar sus actuales sistemas de control semafórico, y en muchos casos, los encargados de estructurar dicha modernización no se han percatado que en la selección de un nuevo sistema habrá “proveedores de semáforos” que posiblemente no sean compatibles con el protocolo de comunicaciones definido (si es que se ha definido alguno), y éstos siempre buscarán la forma de «tumbar» el proceso, especialmente si es mediante licitación pública.
Otro aspecto fundamental que se olvida al momento de considerar una actualización en el sistema de control semafórico es el diagnóstico y caracterización de lo que se tiene instalado en la ciudad, es decir, se quiere modernizar pero no se conoce con certeza lo que existe y opera en la actualidad, simplemente se le considera obsoleto e inservible, pero ¿se ha hecho el análisis de cuánto cuesta eliminar lo que se tiene? O por lo menos, ¿se ha establecido cuales de los elementos existentes se pueden recuperar?, por lo menos algunos de los postes y de los semáforos pueden seguir operando con un nuevo sistema, pero para saberlo debe haber una evaluación.
De igual o mayor relevancia es considerar y garantizar la transferencia de la tecnología del nuevo proveedor hacia los encargados del sistema mediante un detallado y completo esquema de capacitaciones que permita enseñarles el manejo del software y el mantenimiento básico de los equipos, además de definir claramente protocolos de prueba, aceptación y recibo para los diferentes elementos que se instalen y conformen el nuevo sistema. Insisto que no se deben comprar equipos nada más, éstos deben entregarse instalados y operando.
Tampoco puede dejarse de lado la estructuración de un esquema de mantenimiento, suministro de repuestos y soporte técnico para el sistema instalado, de forma tal que la ciudad tenga tranquilidad en la operación del sistema durante varios años, el cual dicho sea de paso, puede conceptualizarse como la base de una Sistema de Tráfico Inteligente que aglutine varios de los componentes de control de tráfico deseados por una ciudad moderna (tráfico actuado para priorización, control de infracciones mediante cámaras, control de estacionamiento en vía, cobro por congestión en zonas urbanas, monitoreo de condiciones ambientales, integración con sistemas de monitoreo y operación de transporte masivo), y para el que se defina una implementación escalar en función de los recursos y las posibilidades de la ciudad.
Basándome en la consideración final de mi entrada “Sistemas Inteligentes de Transporte”, en donde afirmé que no hay sistemas inteligentes, al menos en lo que al control y operación del tránsito y el transporte se refiere, simplemente deben existir profesionales capacitados, y esos sí inteligentes, que se encarguen de estudiar, planear, implementar, monitorear, mantener y actualizar los sistemas de transporte, por lo anterior es que considero necesario que toda modernización de un sistema de control de tráfico debe comenzar por verificar y definir un grupo profesional que se encargue de por lo menos las siguientes áreas:
Operaciones: encargada de la operación directa del sistema, el control en línea de las intersecciones y del mantenimiento de los componentes de la planta externa e interna (equipos de control, postes, semáforos, cable, cámaras). Este grupo de trabajo deberá contar con Ingenieros Electricistas, Electrónicos, Operadores de Sala de Control y Técnicos de Construcciones Civiles, Eléctricos y Electrónicos.
Planeación: se encargará de establecer las acciones puntuales relacionadas con el desarrollo del sistema, en concordancia con las políticas y objetivos de la administración municipal, en lo relativo a proyectos de expansión, desarrollo y actualización de tecnología, programas de ejecución presupuestal y al estudio y diseño de intersecciones semaforizadas (existentes y nuevas).
Programación: a cargo del diseño, evaluación, implementación y optimización de los programas de señalización en las intersecciones semaforizadas, la cual contará con especialistas en ingeniería de tránsito.
Todas estas áreas de trabajo deberán conocer, en mayor o menor medida, los criterios y elementos básicos que determinan el diseño de las intersecciones semaforizadas, como por ejemplo que los postes se deben ubicar en función de la geometría de zona de conflicto (conformada por la intersección), de manera tal que se garantice una adecuada distancia para la visualización de los semáforos por parte de los conductores, ciclistas y peatones.
En este sentido existen dos opciones: colocar los semáforos vehiculares antes de la intersección, como en la primera imagen de esta entrada (se recomienda a no menos de 4 metros de la línea de pare de la zona peatonal), o instalarlos después de la misma, como en la siguiente figura. Las dos formas ofrecen ventajas y desventajas en la operación, de las cuales hablaré en una próxima entrada, pero lo importante es tener claro que cualquiera que sea el esquema de instalación definido, éste no puede apartarse de la necesidad de estar acorde con la infraestructura para vehículos a motor, peatones y ciclistas, de la demarcación horizontal y de las condiciones de movilidad que impone el entorno en el cual está inmersa la intersección semaforizada (patrones de viaje de los diferentes usuarios a través de la intersección).
Elementos en una intersección semaforizada